La extinción de los dinosaurios tiene como sospechosos principales el impacto de un meteorito y una actividad volcánica explosiva. Ninguno de los dos puede considerarse el culpable de la extinción de manera aislada: si hubiese sido solo por el meteorito o solo por los volcanes, los dinosaurios podrían haber sobrevivido. Lo dice un grupo de geólogos de la Universidad de Berkeley (California), que ha descubierto que el impacto del asteroide en la Tierra de hace 66 millones de años modificó abruptamente la actividad volcánica y que estos dos componentes, tomados de manera conjunta, explican la extinción de los dinosaurios. Este nuevo estudio, publicado en la revista Science, incluye las fechas más precisas que se tienen hasta el momento para ubicar las erupciones.
La investigación del terreno en la meseta del Decán (en India) revela que esta cadena volcánica sufrió un cambio de estado que coincide aproximadamente con el impacto del meteorito en Yucatán (México) y la extinción masiva del Cretácico. Tras el meteorito, las erupciones volcánicas pasaron a ser más espaciadas pero mucho más explosivas. Las cámaras de magma se hicieron más grandes después del impacto: necesitaban más tiempo para llenarse, pero cuando lo hacían, expulsaban más lava y de manera más violenta. Aproximadamente el 70% del volumen total del magma almacenado en el Decán fue expulsado en una serie de erupciones masivas.
El último titanosaurio era catalán
El último titanosaurio que desplazó su asombroso y corpulento cuerpo bajo el amenazador cielo del Cretácico superior vivía en lo que ahora es el Berguedà (Barcelona). Lo afirman investigadores del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) a partir del estudio de un fragmento de vértebra que corresponde al fósil más moderno de ese dinosaurio hallado en Europa. El titanosaurio –un saurópodo de gran tamaño y cuello y cola característicamente muy largos- vivió en la cuenca pirenaica entre 220.000 y 130.000 años antes de la extinción de los dinosaurios, que pueden parecer un montón de años pero que en realidad lo aproximan mucho a ese evento definitivo y en buena medida aún misteriosoLos titanosaurios fueron un grupo muy abundante en esa fase final de los dinosaurios, el Cretácico superior, hace entre 100 y 66 millones de años, que fue cuando desaparecieron. Como es sabido solo un pequeño grupo sobrevivieron convertidos en antecesores de las aves.
Ciencia no-ficción
Desde el relato más breve de la narrativa hasta la película más taquillera de la Historia, los dinosaurios parecen ejercer sobre nosotros un atractivo magnético, una seducción fatal y engañosa como el canto de las sirenas que a punto estuvo de disuadir a Ulises de su misión. ¿Por qué?
El tamaño importa, desde luego. Cuando Spielberg estaba preparando Parque Jurásico, que salió en 1993, se enamoró en seguida del velocirráptor, uno de los dinosaurios fósiles del mundo real que le habían mencionado los expertos. Rápido y saqueador, bípedo, malencarado y dotado de una uña larga y curvada como una cimitarra, aquel depredador cretácico prometía convertirse en el malvado más temible que el cine había producido desde Christopher Lee. Pero cuando Spielberg se enteró de sus medidas —medio metro de altura y 15 kilos de peso, un peso pluma de Hollywood— optó por abandonar el realismo y multiplicó sus dimensiones por seis.
Dinosaurio con pies de gallina
El famoso tiranosaurio de Parque Jurásico tenía los pies como una gallina. La película presumía de haber contado con la asesoría científica de un gran paleontólogo, Jack Horner, para ajustarse, en la medida de lo posible, al conocimiento de los expertos sobre aquellos fascinantes animales del pasado. Pero no había ninguna prueba de que un dinosaurio carnívoro tuviera que tener los pies recubiertos de escamas, más allá de la lógica deducción por su directo parentesco con las aves actuales. Así que los dinosaurios de cine, de los cómics y de las ilustraciones científicas han venido caminando sobre extremidades como las de las gallinas simplemente porque era la hipótesis más probable. Ahora, el pie de un gran dinosaurio, cuyo esqueleto fosilizado fue descubierto en Cuenca en 2003 y dado a conocer en 2010, muestra, por primera vez, que efectivamente los dinosaurios carnívoros tenían los pies cubiertos de escamas y con almohadillas en las plantas, como una vulgar pata de pollo.
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